El punto de partida del proyecto es la mínima extracción, vinificar por gravedad, con grano entero y levaduras indígenas. Con el fin de crear vinos originales y auténticos, que se centran en trasmitir pureza y tipicidad en cada botella. Reflejan calidad e identidad a partir de la selección de parcelas, la viticultura en el terreno y la fecha de cosecha.
Normalmente austeros en la entrada de boca y nariz, concentrados y con gran impacto en el retrogusto. Muestran el lado ácido, largo, vertical, y ganan mucho con el tiempo.
Uvas provenientes de una fantástica mezcla de terruños, que combina personalidades muy diferentes. Fruto de suelos 70% de piedras cubiertas con carbonato de calcio, y caliche de 30 a 40 cm de profundidad.
El resultado de esta cosecha es: carácter, jugosidad, persistencia, equilibrio, complejidad y largo de boca. La mejor expresión de frescura y verticalidad, que muestra las especias del lado salvaje de Gualtallary, complementadas con la finura de los taninos de Altamira.
Producción limitada de 8.200 botellas.