Proveniente de una micro región de altura enclavada entre cerros y ríos aluvionales, este vino nace en Alto Gualtallary, donde los suelos pobres, pedregosos y calcáreos, junto con un excelente drenaje, imprimen una identidad única. La proximidad a la cordillera de los Andes aporta una notable amplitud térmica y brisas frescas que acompañan el ciclo de maduración, otorgando al vino una frescura vibrante y marcada mineralidad.
Elaborado con las mejores vides, trabajada a mano en pequeños lotes, cada detalle en la bodega se cuida con meticulosidad. El resultado es un vino que busca capturar en cada botella la esencia de su origen y el alma de su tierra.
Rubí brillante y de nariz expresiva. Floral y perfumada. En boca es de cuerpo medio, con taninos muy finos, y sabores limpios y concentrados, con un final largo y sabroso.