El punto de partida del proyecto es la mínima extracción, vinificar por gravedad, con grano entero, y levaduras indígenas. Con el fin de crear vinos originales y auténticos, que se centran en trasmitir pureza y tipicidad en cada botella. Reflejan calidad e identidad a partir de la selección de parcelas, la viticultura en el terreno y la fecha de cosecha. Normalmente austeros en la entrada de boca y nariz, concentrados y con gran impacto en el retrogusto. Muestran el lado acido, largo, vertical, y ganan mucho con el tiempo.
Los suelos definen en gran medida el ADN de un vino. Esta selección ha tomado 10 años en hacerse, para llegar a lo que es hoy Tutu: la expresión de suelos limo calcáreos llevados a la botella. La piel cumple un rol mixto de “barrera y comunicación” entre lo interno y lo externo, por su parte, la piel de la uva, está llena de aromas, estructura y color. Me encanta que toda esta información de la vida de una uva sea parte de su vino, contándonos así su historia.
Partida limitada de 2.700 botellas.